Branford Marsalis Quartet - Requiem



El saxofonista Branford Marsalis se ha caracterizado desde sus inicios por emular a los grandes intérpretes de su instrumento, mezclando sabiamente todo ese bagaje, esa plétora de influencias, sin conseguir un sonido completamente distintivo, pero entregando siempre una interpretación rica, apasionada, cautivante.
Branford Marsalis ama la música y en cada disco consigue transmitir ese sentimiento.
El oyente de Branford Marsalis nunca será indiferente, pasivo o inconmovible.
Al escuchar Requiem, publicado en 1999, no se está en presencia de un sonido singular en el saxofón; y no tiene interés descubrir a quién se parece en esta ocasión, más allá de decir que el espíritu de John Coltrane sobrevuela la entera sesión (verbigracia, Elysium); o que en los introductorios sones orientales reposados y zigzageantes en el soprano en Trieste recuerda a un saxofonista con el cual difícilmente la crítica "autorizada" lo compare, puesto que se subestima su originalidad e influencia: Charles Lloyd, en particular en su interpretación en el tarogato.
Lo cierto es que Marsalis nunca defrauda al aficionado atraído por un jazz estimulante.
El activo proselitismo de su hermano menor Wynton a favor de la tradición en el jazz, y el abrevar continuamente en las fuentes de los grandes referentes del género, no debe prestarse a confusiones: Branford es aventurado, atrevido, animado, enérgico, expresivo, emotivo, sutil, fino, tiene sentido del humor, se nutre de los sonidos de su tiempo (por ejemplo, Bullworth), y también sabe mirar hacia adelante.
No se se puede pedir mucho más a un intérprete.
Es de notar, después de transcurrir aproximadamente una década desde la edición en 1991 de The Beautyful Ones Are Not Yet Born, que el color (sepan disculpar si esta figura es un poco vaga) del cuarteto de Marsalis de fin de siglo pasado (Kenny Kirkland en piano, Eric Revis en contrabajo y Jeff "Tain" Watts en batería) es diferente de los discos grabados en su primera etapa solista.
Sorprende saber que la idea original de Marsalis era volver a grabar estas piezas luego de tocarlas en vivo durante dos meses, pero la inesperada desaparición de Kenny Kirkland cambió la intención inicial, inclinándose por publicar lo que consideraba unas grabaciones preliminares, esas primeras tomas que afortunadamente dieron forma a este álbum.
De hecho, Kirkland murió en noviembre, y Branford junto a su banda regresaron al estudio en diciembre. ¿Con otro pianista? ¡Un disparate!
La sesión registrada es fabulosa, en especial la virtual primera mitad: Doctone es casi una excusa para Kirkland de evocar a McCoy Tynner, impulsando a sus interlocutores en una pieza que se desarrolla cobrando intensidad y culminando en un furioso solo de Marsalis; Triestre, única composición que no pertenece al solista, sino al distinguido baterista Paul Motian, funciona como un disparador para que el cuarteto transite por carriles diferentes a los acostumbrados, sacando provecho de la travesía a partir de su suficiencia, y arribando a un resultado menos encendido que el resto, pero más elegante; un similar refinamiento es el modo de emprender la melancólica balada A Thousand Autumns; Lykief, en cambio, es una explosión, un estallido, siendo Kirkland el pricipal responsable de la detonación.
Requiem tiene el significado de una sentida despedida a un pianista inolvidable.****

1.Doctone 6:07
2.Trieste 8:23
(Paul Motian)
3.A Thousand Autumns 10:38
4.Lykief 9:40
5.Bullworth 6:35
6.Elysium 9:35
7.Cassandra 8:48
8.16th St. Baptist Church 9:43

Branford Marsalis, Saxophones
Kenny Kirkland, Piano
Eric Revis, Bass
Jeff "Tain" Watts, Drums

Recorded August 17-20 and December 9-10, 1998
at The Music Hall Theater in Tarrytown, NY

Columbia CK 69655 (1999)

Comentarios

Isidoro Macarena ha dicho que…
muchas gracias Soyo.
Miguel Correa ha dicho que…
Excelente muchas gracias.